Entre estrategias y desvaríos

Alfonso Maldonado
10 min readAug 20, 2018

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No estuve siguiendo en vivo la alocución del jefe de gobierno, del pasado 17 de agosto. En realidad no me causaba mayor expectativa. Controlar la inflación quitando primero 3 ceros, y luego 5, no me parecía trascendente, fuera del caos a nivel de bancos, del anunciado nuevo cono monetario y ya. La inflación, ligada a la nula productividad nacional y casi al quiebre técnico de la Petrolera Estatal, por no mencionar otros desastres, me parecían más relevante. La sequía de dólares por diversas razones, aunado a las sanciones internacionales contra personajes del gobierno, sería otro punto.

Para decirlo en dólares redondeados, pasó de ganar $ 1 mensual a ganar, en el papel, $30

Pero todo lo que pudiese decidir el gobierno, me genera desconfianza. Porque su modelo económico es único y tan irrenunciable como insustituible. No porque sean unos marxistas ortodoxos, sino porque es la coartada perfecta para el control total y la protección de intereses económicos al margen de cualquier ley. O sea, no son competentes (de ahí lo burda de algunas maniobras), pero tampoco van a dejar de gobernar. Podrán invocar a Lenin, pero solo consiguen parecerse a Stalin en lo despiadados.

Claro que la primera reacción, ante el anuncio de las medidas, proviene del campo económico: no solo el cambio del cono monetario (cinco ceros para evitar conocer su equivalente en el cono anterior), sino el aumento de impuestos como ISLR y el IVA (de 12 a 16%); con el anclaje del bolívar soberano al petro, que es un barril de petróleo y, por lo tanto, se transforma en una forma de medir el dólar a precios mayores del paralelo o del mercado negro de la semana pasada. Aunque la perla fue la tabulación del salario mínimo en BsS. 1800, o sea, medio petro o barril petrolero, equivalente a BsF. 180.000.000. Cuando la gente ganaba solo unos 3 millones de antes, o sea, BsS 30. Para decirlo en dólares redondeados, pasó de ganar $ 1 mensual a ganar, en el papel, $30.

no se podía explicar asuntos como el petro en un lenguaje comprensible para niños de cinco años, lo que había que explicar desde el campo de la psiquiatría

Este exabrupto, en un país marcado por la crisis sistémica de todo, aderezado con un cóctel de recesión inflacionaria (¿?), es mortal. La mayor parte de las empresas no podrán pagarlo. El gobierno ofrece pagarlo él durante 90 días, sin que se altere la estructura de costos de las empresas (¿?)… aunque de antemano vuelve a amordazarse el mercado a través de la publicación por parte del gobierno de los precios que deben estar marcados para una serie de rubros.

¿Qué pretende el gobierno?

La pregunta, por supuesto, es qué pretende el gobierno. Creo que el mismo viernes los economistas renunciaron a explicarlo, fuera de aseverar la inviabilidad práctica. Alguno llegó a decir que no se podía explicar asuntos como el petro en un lenguaje comprensible para niños de cinco años, lo que había que explicar desde el campo de la psiquiatría.

Dudo que el gobierno pretenda solucionar cualquier problema económico. No forma parte ni de sus intereses y, por lo tanto, menos de sus prioridades. El gobierno solo le interesa obtener el control, a ser posible total, y seguir detentando el poder, sin competidores en el horizonte. Y para controlar este territorio de casi un millón de kilómetros cuadrados y unos treinta millones de habitantes, nada mejor que hacerlo con el monopolio de los medios de producción, según la tesis marxista, donde unos pocos gobiernen en nombre (y en contra de la voluntad) del resto de la población, según tesis leninista. Controlando trabajo, medicinas y alimentos, se puede doblegar a toda la población (modelo cubano). Y si esto falla, siempre se puede echar mano de la represión, con sus matices más degradantes.

Esta sujeción debe ocurrir sin la competencia de quienes quieran ser autónomos con respecto al Estado. Y se podría teorizar que se quiere barrer el Estado burgués. Lo cierto es que, en vez de usar el método de Chávez (“Chaz-chaz”), del “exprópiese” (tampoco hay dinero, aunque tampoco iban a pagar), se impulsa a las empresas al cierre (que pasaría al dominio de los trabajadores, según la retórica oficialista) o a la sujeción (90 días de financiamiento por parte del Estado, que al cabo de los cuales podría la empresa pasar a manos de este, si se declara incapaz de pagar prestaciones sociales). El panorama de empobrecimiento es evidente para todos aquellos distintos a los que todavía no han escarmentado. Y las posibilidades de buscar traspasar las fronteras crecerán vertiginosamente.

Personalmente creo que es de una torpeza inaudita

De manera curiosa, la oposición (tanto política como gremial) ha anunciado el llamado a un paro a nivel nacional, que podría extenderse… Personalmente creo que es de una torpeza inaudita, aunque entiendo que es una acción sencilla de cumplir, sin que el miedo o la pasividad sean paralizantes.

Examinemos algunas cosas que surgen del aprendizaje de experiencias pasadas. El gobierno juega en múltiples tableros al mismo tiempo, con distracciones que no se pueden sopesar con claridad, y una estrategia demencial (y apoyo del psiquiatra y de un equipo que, con él en contra de la salud mental y la certeza de las percepciones, debe ser un dato más que seguro). Es un experto ajedrecista que examina los distintos posibles movimientos del oponente y genera una estrategia en cada caso como para que le rinda algún tipo de provecho.

La actual despenalización de las casas de cambio, abrogando la ley que criminalizaba la venta de divisas, no tiene que ver con ningún aprendizaje de parte del gobierno, a mi entender

Desde Chávez, si había alguna concesión no era de corrección, sino para ganar tiempo. Ocurrió con el diálogo que ofreció a la nación luego del 11 y 13 de abril del 2002. Ocurrió con el consumismo desatado de la primera década del milenio, aupado por cantidad de cosas que se le ofrecían y regalaban a la gente, mientras iba avanzando en el control tanto social como interno del propio partido. Igual en ciertos escenarios políticos, en el caso de Maduro, como supuestos diálogos con diversos gremios.

La actual despenalización de las casas de cambio, abrogando la ley que criminalizaba la venta de divisas, no tiene que ver con ningún aprendizaje de parte del gobierno, a mi entender. Tiene que ver con la necesidad de poner divisas en la calle y “poner cara de simpático”, una vez que quiere dar la vuelta a la elección presidencial inconstitucional, una serie de crímenes que deben ser investigados, la represión del año pasado y hasta la Asamblea Nacional Constituyente (que debe estar por sacar el nuevo texto a su medida, pero que no lo van a hacer todavía porque esa instancia es poder).

Esta dualidad se presentaba, por ejemplo, en los supuestos diálogos con facilitadores internacionales. La foto para la prensa era distinta de la manera como las fuerzas de seguridad barrían con los ciudadanos por las calles. Esa “paz armada” del prédica oficial y la “revolución bonita y pacífica pero armada”, junto con otra serie de consignas, no para retar la inteligencia sino para invocar el miedo. Por no referirnos a los pactos con grupos delictivos que, alguno de ellos, se erigían en colectivos armados al servicio de la Revolución.

¿Hay algo nuevo bajo el sol?

Pero desde el 30 de junio del año pasado hubo un cambio de estrategia. O sea, la represión, con sus formas más macabras, seguía haciendo de las suyas. Pero, con la anuencia de buena parte de la Oposición (además de lo que Julio Jiménez “Coco” Gédler ha llamado la traición de esta a la voluntad popular expresada el 16 julio), por motivos de alianzas o pactos o chantajes o simplemente error de cálculo y diagnóstico ingenuo, se sucedieron una serie de elecciones bien particulares. Si la de gobernadores sirvió de balón de ensayo, luego se afianzó tanto en la de alcaldes como en las presidenciales. En parte se repitió el guion con creativa fidelidad, sin que la oposición (aquella que parece real) pudiese articular una estrategia significativa para enfrentarla.

En el caso de la elección a gobernadores, convocada por la ANC-CNE, la jauría de candidatos en seguida pobló el desolado escenario de una enlutada Venezuela, que no superaba el terrible saldo de muertos y la ausencia de quienes puso al frente de la oposición política.

Ya este primer paso, que fracturaba a la oposición dejándola sin actores políticos de redundada credibilidad, es una jugada maestra. Pero los golpes de escenario y de entretelones, que dificultó la participación de los grupos resteados con el voto, además del ventajismo característico (aunque sin el magnetismo del difunto Chávez) y la coacción para votar, el chantaje de perder prebendas y el voto asistido, completaron la rutina de ese día. Pero, en el caso de líderes emblemáticos como Andrés Velázquez, con entronizar a otro gobernador de Bolívar y hacer oído sordo a los reclamos y la solicitud de revisión de las actas, muestran la amplia versatilidad del régimen a la hora de salirse con la suya.

Ya este primer paso, que fracturaba a la oposición dejándola sin actores políticos de redundada credibilidad, es una jugada maestra

Pero, como debía buscarse no tanto aquietar la calle (ya silenciada por las bayonetas), sino las críticas internacionales, el grupo de gobernadores opositores electos servía para limpiar la cara, pero no de gratis. Debían juramentarse ante la ANC, como una muestra del reconocimiento de su investidura y poder supraconstitucional. Puede que dichas gobernaciones quedasen, como algunas quedaron, como un cascarón vacío. El que no se juramentara así, aunque no tuviese basamento legal, sencillamente era destituido. Fue el caso de Juan Pablo Guanipa, en el estado Zulia.

Esa capacidad de moverse en varios escenarios y sacarle provecho a las maniobras del oponente, aparece tras el fondo de las medidas económicas. Que no son económicas, sino políticas. Con intencionalidad política y mediática, no para sobrevivir un día más, sino para quitarse de una vez por todas todo punto de comparación entre su eficacia y el de la empresa privada. Entre un modelo “socialista” y uno de libre mercado.

Posiciones muchas veces opuestas de la Oposición y de quienes se oponen

Ante esta alternativa, se pueden tomar distintas posiciones, pero no todas reflejan una estrategia y menos una estrategia correcta.

Una primera postura consiste en cerrar negocios y empresas, liquidando personal. En ese caso se supone que las personas vivirán de rentas o remesas que provengan del exterior, o irse del país. Por supuesto que esta es la lógica de quien dice “apaga y vámonos”. No se mira para los lados, sino de frente, hacia el aeropuerto. Es comprensible, pero desde el punto de vista del país, en esta coyuntura no ayuda al cambio deseado.

Una segunda postura, algo suicida, consiste en creer en la bondad del socialismo del siglo XXI, sacarse el carnet de la patria y considerar que, sea empresario o trabajador, voy a poder salir adelante. Si no eres de la camarilla, no tienes tu futuro seguro. Es lo único que se puede garantizar.

Una tercera postura, que implica algo de reacción, consiste en acatar un paro nacional. El Prof. Nelson Freitez ha argumentado que es la única acción realizable y, por lo tanto, realista. Concuerdo con él, en este sentido. Pero discrepo con la retórica con que otros animan el que se acate el paro nacional. Hay un salto estelar entre la llamada al paro y el rescate de la democracia. Una cosa no necesariamente lleva a la otra. Deben explicarla o, sino lo explican por estrategia, deben tenerlo en claro, contando con la desconfianza ganada por la población por errores de antaño. No porque me pare, va a regresar la democracia. Sea que me pare un día o cien años. Es un pésimo diagnóstico. Exactamente eso es lo que quiere el gobierno: que todo se paralice y muera de inanición. Tan simple. Puede que este lunes el gobierno haya abortado el paro opositor haciéndolo no laborable, pero no porque le haga daño. Le hace daño si la gente no va a trabajar porque va a protestar o va a marchar. Eso sí le puede temer. Pero no solo parar. No es una sociedad capitalista, donde el tiempo vale oro y las empresas deben producir para mantener el Estado y la sociedad. Ni siquiera el gobierno ha necesitado de la prosperidad de sus ciudadanos. Más bien le ocasionan gastos tanta misión, quejas y reclamos. Si la gente se va, mejor. Lo hizo Cuba con el “éxodo de Mariel”.

Una cuarta posición, la del Prof. Víctor Maldonado, me parece muy sensata. De manera inmediata, patrono y trabajadores deben encontrarse y aliarse para defender las empresas, lugar donde unos son empleados y otros empleadores. Tal diálogo representaría una alianza formidable, de concretarse. Porque desde disparidad de intereses (no excluyentes) podrían acordar como surfear las violentas olas de este momento. Ello no descarta las acciones que deban tomar en el futuro inmediato, sobre todo los actores políticos. Solo le dan realismo al entender dónde estamos parados. Y cualquier acción debe estar diseñada con meticulosidad, dentro de una cadena de acciones, donde estas estén conectadas con efectos concretos que conduzcan en la dirección de la recuperación de la democracia. Me recordaba el profesor, en la entrevista radiofónica del domingo pasado, lo que los romanos decían: “Amat victoria curam”, “la victoria es propicia a los que se preparan”.

Una quinta posición, la que le oi a Julio Jiménez Gédler, alías Julio “Coco”, tiene que ver con acciones de calle. Acciones organizadas con racionalidad, que aumenten la presión para que el régimen tenga que negociar una salida (o sea, un conjunto de pasos para que abandone el poder). Las acciones más contundentes, en términos políticos, ha dicho él, fueron las marchas. Cuanto más numerosas, más difíciles de reprimir y menos víctimas tuvieron. Cuanto más aisladas, por no mencionar el cierre de calles, que el gobierno ha querido criminalizar, menos eficaces (entiendo que, tanto en Venezuela como en Nicaragua, las barricadas de calle eran protesta pero sobre todo defensa: el número de muertos indica que el miedo era realista).

¿Y dónde queda la religión?

Creo que un buen diagnóstico es esencial. Al igual que las acciones que se coordinen en consecuencia. El paro, fuera de una ejercitación, solo beneficia al gobierno. No puede improvisarse los siguientes pasos, alargar el paro indefinidamente u olvidarse de la sustancia gris y poner en su lugar la invocación astrológica de fuerzas cósmicas de carácter esotérico y orden cabalístico con resultados mágicos.

Finalmente, entender la presencia de Dios en la historia es fundamental. Es cierto que en Él confiamos. Pero eso no significa que Él ratifique todas nuestras ocurrencias. El cambio vendrá con su ayuda, pero no de forma mágica. El Dios de Israel era el que salía con su pueblo: ni el pueblo salía sin Él ni Él salía sin su pueblo…

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Alfonso Maldonado
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Escritor. Enseñante de teología. Locutor. Fotografo. Defensor de los DDHH. Y, last but not least, sacerdote. VENEZUELA www.ficciografias.com https://www.ama

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