Te fuiste antes de tiempo: en memoria de Alfonzo Chávez
No por creyente estoy menos perplejo. No deja de parecerme un absurdo todo. Como si la fatalidad hubiera estado al acecho.
Nos conocimos a través de un amigo común. A él lo conocí en el pavimento, a ti por Whatsapp. De él no supe que era fotógrafo hasta que estuvo en Madrid. La primera noticia tuya me encandiló como el flash. Él me comenzó a hacer correcciones a mis tomas, esas que resultan de retomar el viejo vicio de la fotografía. Tú no tuviste tiempo.
Lo primero que descubrí detrás de tus líneas, como si pudiesen haber sido escritas a mano en el celular, era tu cordialidad. Este amigo me insistió a principio de año en tomar unas clases contigo de fotografía, pues él había aprendido fotografía contigo. Tú me concediste una serie de facilidades para participar en el Workshop la segunda vez. Antes no pude. Él me hablaba de la magia de comulgar contigo en un clic.
Lo cierto es que el Workshop se prolongó un poco. Quedamos en ver unas fotos que pertenecen a tu padre, sobre Barquisimeto, creo. Pero antes de eso llegó el Workshop. Antes que la exploración fotográfica relacionada con tu padre.
Compartimos entre un sábado y un domingo de mayo, específicamente el 18 y el 19. La mayoría eran adolescentes, con un gran talento y sensibilidad por la fotografía. Nos sentamos en tu estudio con la semi-formalidad que le dan los adolescentes cuando se inhiben ante lo que perciben como académico. Impartiste las primeras nociones de fotografía, que yo bien recordaba, pero que debía reconocer en la digital lo que manejaba en la cámara analógica.
La primera incursión, como tarea práctica, fueron fotos en interior. Todos comenzamos a recorrer el resto de los espacios de aquella casa, por lo que descubrimos después que era un atelier. Distintas máquinas de coser, con todo tipo de botones y telas, un delicado jardín interior, vestidos de novias, agujas, hilos y un sinfín de curiosidades que sirvieron para inventar tomas de lo que podía ser un espacio cotidiano. Antes me habías presentado con nombre mientras estrechaba las manos de tu esposa. Sospechaba que le habías mencionado que un sacerdote estaría contigo esos dos días. Lo que yo no podía sospechar que en esas telas y botones y encajes estaba escondida el alma de ella. Así que, hasta cierto punto, ella hizo de modelo con su alma para el aprendizaje que nos propusiste.
Al día siguiente hice una experiencia para mí esperada: fotos de estudio. Si me preguntaras cómo debo ajustar la cámara, para usar los equipos de iluminación, no recordaría. Solo sé que para mí era mágico bajar el fondo blanco, mover los flashes y jugar a crear y quitar sombras y luces. Cada uno hizo de modelo para los demás. El menos versátil fui yo, que me pusieron a rezar de perfil. Fue una experiencia fascinante y entretenida. De esas que no se olvidan, así como sería complicado olvidarte.
Lo último que supe de ti, antes del accidente, eran tus continuas propuestas para la formación de nuevas generaciones de fotógrafos. Hermosas fotos, las tuyas en Instagram, de bodas y demás, en iglesias y en exteriores, con ese toque tan personal. Te confieso que eras mi candidato a fotógrafo de mi ahijada, si el problema eléctrico la hubiera dejado casarse en Barquisimeto. Igualmente había pensado en Patricia para su vestido, solo que mi ahijada no estaba viviendo en esta ciudad crepuscular.
Cuando abría mi Instagram, me agradaba y sorprendía cuando indicabas que “me gusta” cualquiera de las imágenes que había posteado. No creo que las imágenes se merecieran tal elogio. Siempre sospeché que era el delicado detalle de un amigo y gran motivador.
Hoy, de golpe, un mensaje fulminó la historia que se estaba tejiendo. Andrés, nuestro amigo Andrés, me notifica tu partida como quien en un desahogo dice lo que le está oprimiendo el pecho. Me consta cuanto te apreciaba. Me imagino lo que es para él, especialmente, la noticia de tu partida. Yo, que veo la vida con ojos de trascendencia, no logro adecuar la vista para tanta claridad. Supongo que eso sea lo que enceguece. Me queda la sensación que te fuiste antes. Que se quedaron muchas cosas por hacer. Que hay generaciones que estaban anotadas de manera invisible en algún libro, para aprender fotografía contigo. Y ya no estás. Las técnicas y tradiciones se siguen transmitiendo como en los gremios de la edad media, en contacto con el maestro. No todo lo pueden los tutoriales de YouTube.
Los egipcios relacionaban el poniente, el lugar de los crepúsculos, con el sitio a donde van los muertos. De ser así, te quedas entre nosotros, la ciudad crepuscular. Igual sé y espero en el Lucero de la Mañana. Cuando Jesús haga que amanezca el día sin ocaso para todos nosotros. Ese día nos encontraremos y me volverás a presentar a tu esposa.